sábado, 13 de diciembre de 2008

Ahorros y politica fiscal



En 2009, los ingresos del fisco crecerán menos que los ingresos estructurales, a resultas de dos fenómenos muy precisos: por una parte, el crecimiento efectivo para el país, estimado entre dos y tres por ciento por el Banco Central, será inferior al de tendencia (4,9 por ciento) estimado por el comité de expertos consultado por el Ministerio de Hacienda. Por otra, el precio del cobre de largo plazo (199 centavos) está claramente por sobre sus proyecciones para el próximo año, que se sitúan en 160 centavos de dólar, una proyección que puede resultar incluso optimista, a juzgar por la profundidad de la crisis y la evolución reciente de los mercados de commodities. Debe tenerse presente que la evolución del precio del cobre en el corto plazo afectó los ingresos fiscales por dos vías: los ingresos de Codelco y la recaudación tributaria asociada a la minería privada.
El presupuesto de la nación se elabora sobre la ba-se de la evolución de ingresos estructurales, de modo que los gastos crecen al ritmo de aquéllos, resguardando que se cumpla un superávit estructural de 0,5 por ciento. Esto explica que, pese a las condiciones económicas adversas, el presupuesto para 2009 contemple una expansión del gasto público de 5,7 por ciento. En cambio, los ingresos fiscales del próximo año respecto del actual experimentarán un fuerte retroceso, y lo más probable es que sean insuficientes para financiar el plan de gastos de gobierno para el año entrante.
Así, por primera vez desde 2003 habrá un déficit fiscal que deberá financiarse recurriendo al Fondo de Estabilización Económica y Social (FEES), que a septiembre del presente año acumulaba casi 19 mil 300 millones de dólares, o bien recurriendo a endeudamiento público.
Aunque la opción más lógica para financiar dicho déficit es el FEES, no debe descartarse sin más la alternativa de financiamiento por vía de deuda pública. Ésta es actualmente modesta, alcanzando a mediados de este año a poco más de tres mil 430 millones de dólares. Las condiciones actuales de los mercados de deuda no son particularmente positivas, pero la situación va a cambiar y -después de la incertidumbre de los últimos meses y de la que seguramente se verificará en los próximos- la emisión de bonos del Estado chileno es una buena manera de probar los mercados de créditos. Además, el buen manejo macroeconómico que ha caracterizado a nuestro país por varias décadas debería hacer a estos bonos particularmente atractivos en el contexto actual.
Más allá del debate respecto de si la tarea estabilizadora de la política fiscal debiera realizarse sólo a través de gasto o debiera combinarse con bajas de impuestos, es indudablemente positivo el carácter anticíclico que ella incorpora a través de la política de balance estructural.
En momentos de bonanza, esta política fue muy controvertida y fueron innumerables las voces que argumentaban que no tenía sentido ahorrar cuando había tantos proyectos valiosos y tantas necesidades insatisfechas. Incluso líderes políticos de la envergadura del senador Frei argumentaban que no era razonable dejarle los ahorros fiscales a un eventual gobierno de derecha. Ha quedado comprobada la dificultad de llevar la visión más allá de la coyuntura y pensar el país desde una perspectiva de largo plazo. Si las autoridades no hubiesen perseverado en esta política y no hubiesen contado con el respaldo para ello de importantes líderes empresariales, intelectuales y políticos de todos los sectores, en las circunstancias actuales estaríamos viendo un ajuste económico y social mucho más profundo. Esta política es un emblema de cómo debe desarrollarse la política pública en una economía pequeña como la nuestra.

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